Carrera contrarreloj en una Opel Movano

Quién me iba a decir que una jornada de compra de material de construcción iba a convertirse en algo tan divertido. Que un trasto de 6.2 metros de largo (L3H2), más de 2000 kg de peso y con motor diésel iba a proporcionarme tantas sensaciones positivas al volante.

Opel Movano

Pero vaya si me las dio. Toda una tarde recorriendo media provincia arriba y abajo, sacándole todo el jugo a la Renault Master Opel Movano F3500 para intentar vencer al reloj. Una tarde en la que hubo sangre y sudor, pero que en vez de lágrimas estuvo acompañada de emociones. Una tarde que no olvidaré fácilmente.

Todo empezó un viernes, a eso de las 15.30h, cuando mi hermano y yo nos acercamos a recoger la Opel Movano que habíamos alquilado el día anterior y que estaba aparcada en el pueblo de mis padres, dispuestos a ir a comprar el material que necesitábamos, dejarlo en su casa, repostar y entregarla a las 19.30h como muy tarde.

No estábamos preocupados, habíamos hecho una lista con lo que teníamos que comprar, y teníamos tiempo de sobra. Para las 16.00h ya estábamos en el aparcamiento de la tienda, buscando una plaza lo suficientemente larga como para que la enorme furgoneta no sobresaliera de la misma obstaculizando a los demás usuarios. Tras haberla aparcado en un lugar que no nos terminaba de convencer, la movimos y por fin entramos a comprar.

bricodepot
Algunos pasaríamos horas en pasillos así.
Todo iba bien, hasta que nos surgió el primer contratiempo: el material pesaba más de lo que esperábamos, así que tuvimos que coger la Movano y meterla a la tienda (sí, en esta tienda puedes entrar con tu vehículo), lo cual nos hizo perder unos cuantos minutos, ya que no era fácil manejarse por unos pasillos que, si bien no eran estrechos, nos obligaban a hacer muchas maniobras apurando el hueco entre estanterías hasta el último milímetro para poder dar los giros.

La compra en sí también se alargó más de lo planeado, por lo que para cuando pagamos y salimos de allí, ya eran las 17.15h. Próxima parada: casa de mi hermano, a unos 60 kilómetros de la tienda, donde descargaríamos lo que habíamos comprado más otro par de bultos que habíamos metido en la furgoneta el día anterior.
cronomoetro
Cada segundo contaba.
Tocaba ponerse en el pellejo de un transportista y eliminar toda la carbonilla que tuviera acumulada el motor CDTI a base de apurar las marchas como nunca antes habían sido apuradas (respetando todos los límites de velocidad escrupulosamente, señor agente 😀😀), y es que todavía teníamos muchas cosas que hacer, y el tiempo no nos sobraba, precisamente.

Por suerte, teníamos un as bajo la manga: nos conocíamos las carreteras por las que circulábamos como la palma de nuestra mano. Eso nos permitía saber dónde podíamos apurar y dónde no debíamos hacerlo, pudiendo adelantar acontecimientos y esquivar los numerosos baches que pudieran ocasionar daños a la carga que transportábamos.

Los consumos instantáneos que nos mostraba la pantalla del ordenador de abordo eran dignos de un coche yendo de tramo. La aguja del tacómetro que pensaba que estaba roto cuando cogí la Opel por primera vez (no estoy acostumbrado a ir tan bajo de vueltas, qué le voy a hacer) había despertado y no paraba de coquetear con sus cifras más altas. Estábamos on fire cuando llegamos al pueblo de mi hermano.

opel movano

Pero no todo iba a ser tan sencillo. Para darle un poco de vidilla al asunto, tuvimos que aparcar la Movano enfrente de la puerta de acceso a los garajes, ya que era demasiado alta y no pasaba, teniendo que llevar todo lo que habíamos comprado hasta la plaza de mi hermano a pulso. Y teníamos que hacerlo rápido, no había un segundo que perder: cogíamos material, lo dejábamos y volvíamos sprintando (true story) a por la siguiente carga. Creedme si os digo que ese día, aunque no fui al gimnasio, hice tanto deporte como si hubiese ido.

Como veis, el sudor que mencionaba al principio era literal, al igual que la sangre, y es que, entre otras cosas, compramos unos perfiles de aluminio que nos provocaron algún que otro corte.

Sprinter
Stance furgonetero. Nosotros no íbamos así.
Unas cuantas carreras después, terminamos la descarga y casi sin recuperar el aliento aún, partimos de nuevo hacia el aparcamiento del pueblo de mis padres, a unos 45 kilómetros, en el que yo me bajaría de la furgo y cogería el Clio para encontrarnos de nuevo en el punto de entrega de la empresa de alquiler de vehículos, tras haber pasado por la gasolinera para reponer el combustible que habíamos gastado.

Obviamente, el tiempo corría en nuestra contra, tocaba ponerse en modo conductor de DHL nuevamente y volver a conducir sin miramientos, aprovechando todo lo que la Movano podía ofrecernos.

Reducciones con punta-tacón, incorporaciones fulgurantes, rotondas trazadas con precisión quirúrgica y coches que se apartaban del camino cuando nos veían llegar por los retrovisores. Nos sentíamos poderosos. Habíamos recuperado parte del tiempo perdido y volvíamos a tener margen de seguridad.

opel movano
Cuando ves que se te acerca un trasto de estos por los retrovisores, te apartas. Es inevitable.
A las 18.52h ya estábamos entrando en el pueblo de mis padres. Pero entonces... ¡horror! Un señor muy mayor se nos coló delante con su Mercedes, ¡y no pasaba de 20 km/h! La adrenalina se nos salía de las orejas. Por si no hubiese suficiente emoción, todos los peatones del pueblo decidieron ponerse de acuerdo y cruzar justo cuando nosotros llegábamos a los pasos de cebra. No dábamos crédito. El margen volvía a reducirse. Afortunadamente la agonía no duró mucho y en seguida llegamos al aparcamiento. Bajé de la Opel y cogí el Clio.

Mientras, mi hermano se fue a llenar el depósito a una gasolinera cercana. Ya estábamos más tranquilos, tocábamos la meta con la punta de los dedos, solo faltaban unos pocos kilómetros.

A las 19.20h la furgoneta estaba en las instalaciones de la empresa de renting. Solo restaban los últimos trámites burocráticos. Habíamos cumplido la misión, y hasta nos sobraron 10 minutos.

Opel Movano
Al principio pensé que el reloj de la izquierda no funcionaba. Luego comprobé que sí😈.
En cuanto a la experiencia de conducción de la Opel Movano, he de decir que me resultó muy divertido llevarla por carretera, pero también maniobrar con ella. Me gustó el tener que conducir en "modo autobús", es decir, abriéndome mucho antes de las curvas cerradas para poder tomarlas correctamente, dando muchísimas vueltas al volante (se nota que tiene una batalla de 4332 mm). Y qué queréis que os diga, la posición elevada de la palanca de cambios (típica en furgonetas y monovolúmenes) es ideal para hacer pasar de una marcha a otra de forma rápida. Ojalá más coches la llevaran así.

Me sorprendió lo bien que se ve lo que tienes al rededor gracias a sus enormes espejos retrovisores. Es increíble en qué sitios puedes llegar a aparcarla, y cómo puedes llegar a apurar los bordillos sin llegar a rozarlos. Me encantarían unos espejos que me "dieran" tanta información como esos en mi Clio, sería sencillísimo evitar rayar las llantas. Si a eso le sumas unos sensores de aparcamiento... Coser y cantar, hamijos.

smart
No la podrías aparcar así, pero casi.
También sorprende lo ágil que puede llegar a ser un vehículo de este tamaño cuando empiezas a exigirle: el motor tira mucho más de lo que te puedas imaginar (se notan los 150cv y sobre todo los 285 Nm desde las 1250 hasta las 2000 rpm obtenidos de 2.3 litros de cilindrada), y no se siente torpe de movimientos, siempre y cuando sepas lo que llevas entre manos, obviamente. La dirección es la que parece no encontrarse del todo a gusto en esas situaciones. Supongo que será el precio a pagar por disfrutar de una maniobrabilidad espectacular, aunque te acostumbras muy rápido a sus maneras.

Hasta el interior (con evidente sabor Renault) me dejó buena impresión. Como el de cualquier furgoneta de trabajo es espartano, sí, pero tiene todo lo que necesitas y más a nada que no te importe estar a la última, como una pantalla de infoentretenimiento y un potente equipo de música.

Por cierto, estuvo bien eso de ir mirando "por encima del hombro" a los coches cuando lo habitual es lo contrario.

Renault Master
Pa' qué  quieres más.
En fin, como os decía al principio, la que iba a ser una tarde de trabajo sin nada destacable se convirtió en una experiencia peculiar que recordaré durante mucho tiempo. Ya tengo una anécdota de abuelo cebolleta que ir contando por ahí. A ver cuál es la próxima.

2 comentarios:

  1. Pues tiene su punto leer mi "on fire" en el artículo.Y lo mejor es que cuando devuelves uno de esos mamotretos(furgo,SUV,o moñavolumen)disfrutas más de tu vehículo de diario,y te cargas de argumentos para ponerlos de vuelta y media en el bar con los "cuñaos"��

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Jajajaja, pues sí, tienes argumentos de primerísima mano que no podrán rebatir (o no deberían, aunque lo van a intentar, como buenos cuñados).

      Gracias por leer el artículo y comentar.

      Eliminar

Con la tecnología de Blogger.